Agroclimatólogo Patricio González, afirmó que es posible que factores generados por el cambio climático “contribuyan por un lado a potenciar años de sequías o, por otro, generar episodios rápidos e intensos de precipitaciones mensuales”.
La mega sequía que afecta por más de 10 años a la zona central del país, solo podría concluir si se dieran tres años consecutivos de superávit de lluvias de al menos 70% de su valor normal, así se desprende de un estudio elaborado por el Centro de Investigación y Transferencia de Riego (CITRA) de la Universidad de Talca. El trabajo, encabezado por el académico Patricio González, resaltó que existe una alta probabilidad que se desarrolle el fenómeno de La Niña durante el segundo semestre del 2020, fenómeno que podría ocasionar déficit de precipitaciones anual entre un 20% a un 30% en el área de estudio que abarca de Santiago a Chillán.
“Los altos registros de un solo mes no son suficientes para mejorar los desbalances hídricos que afectan al riego agrícola producto de 13 años de déficit. La mega sequía agrícola solo puede ser dada por superada cuando la nieve esté a un 90% de su valor normal; los embalses cubran sobre el 80% de su capacidad histórica y las napas freáticas vuelvan a recargarse y/o elevar su actual nivel de profundidad”, precisó el experto.
Asimismo resaltó que entre los años 2010 y 2019 se produjeron los promedios de precipitaciones más bajos registrados desde 1920 a la fecha. El estudio concluyó que se evidencian alteraciones relevantes en la forma como se estructuran las precipitaciones en la zona central de Chile. “No solo en su bloqueo por las altas presiones subtropicales -condición que ha contribuido a la mega sequía- sino que en su distribución estacional, la cual se ha visto alterada en pasar, por ejemplo, de un mes de mayo con 93% de déficit a un junio que culmina con un superávit del 31%, en 2020”, dijo el académico.
Un factor relevante es el cambio climático, el que a su juicio altera las variables en el área de estudio. Agregó que es probable que a causa de dicho factor ocurran fenómenos colaterales que “contribuyan por un lado a potenciar años de sequías o, por otro, generar episodios rápidos e intensos de precipitaciones mensuales. Estos últimos, en el contexto del actual cambio climático, no debieran ser más que singularidades meteorológicas y no constituirse en una constante”, precisó.
A juicio del académico es necesario investigar las consecuencias en el corto y mediano plazo del evento cálido El Niño. Patricio González indicó que dicho fenómeno era en el pasado el “gran generador “de precipitaciones y nieve durante los meses de otoño-invierno, lo que incidía positivamente en el riego. “Desde el 2007, con el inicio de la actual mega sequía, dos eventos de distintas catalogaciones (fuerte 2015 y débil 2019), han sido de alguna manera neutralizados en potenciar inviernos lluviosos”, concluyó.