Conversamos con el constituyente del distrito 17 sobre el avance de la Convención Constituyente.
Christian Viera Álvarez (48 años) es abogado, académico universitario y autor de diversos libros sobre el problema constitucional. Por ello afirma que pese a lo intenso del trabajo en la Convención es el mejor trabajo de su vida.
Christian ¿cómo avanza la Convención Constitucional?
Avanza como ni el más optimista hubiera aventurado, y por qué es importante, porque tal vez la ciudadanía dice, pero todavía no se ponen a escribir la Constitución. Claro y era imposible escribir la Constitución si no teníamos reglas de funcionamiento. Porque conviene recordar que la Convención se instala el día 3 de julio, pero ese día teníamos escasas reglas para nuestro funcionamiento, entonces lo primero que hemos tenido que hacer es generar aquellas reglas de funcionamiento, como vamos a sesionar, cómo va a ser el proceso de discusión, cómo va a ser nuestro comportamiento, cuál va a ser la relación con el exterior, pensando en la Secretaría de Comunicaciones, entonces todo eso reclama una conversación más o menos serena.
Pero es tan impresionante esto, que el día 28 de agosto nosotros nos pusimos un plazo para el termino de todos los documentos, y esta semana está solamente sesionando la Comisión de Reglamento, ordenando todos los cuerpos normativos y así la semana subsiguiente empezamos a votar. En torno a las Fiestas Patrias ya vamos a tener reglamento y una vez finalizadas éstas, nos ponemos a conversar sobre el fondo. Por lo tanto, en un poquito más de dos meses ya vamos a haber terminado esta primera tarea que no era fácil.
Para la opinión pública también aparece cómo más difícil de lo que imaginábamos ¿también lo ve así?
Hay tres cuestiones: La primera la instalación, que fue el día 3 de julio que llegamos y aceptamos nuestro cargo; luego viene el funcionamiento de la Convención y ahí precisamente hubo muchos problemas para funcionar porque no contábamos con las condiciones mínimas para poder funcionar en el Congreso, las condiciones técnicas, condiciones de espacio, etc.; pero lo tercero es que cuando estamos ya instalados y funcionando lo único que existía era el pleno y en el pleno la discusión es mucho más difícil porque es muy diferente que conversen 20 a que conversen 155, pero ese primer momento tenía que pasar necesariamente por el pleno, porque el pleno es el que iba a generar las metodologías para el funcionamiento de las comisiones, esa parte fue un poco más lenta y tal vez un poco más dura para la opinión pública por el tipo de dialogo que ahí se produjo. Pero una vez que se traslada la discusión del pleno a las comisiones, cambia el registro del dialogo y ahí se empieza a avanzar a una velocidad muy inusitada. Y eso es lo que yo esperaría que ocurra para la futura discusión, el corazón de la discusión se da en las comisiones, en el pleno lo que se hace principalmente es votar.
¿Cómo ha sido el trabajo en la Comisión de Ética?
Hay tres comisiones que se instalan en un primer momento: reglamento, ética y presupuesto. Además, en la comisión de Ética trabajo con dos personas más del Maule, con María Elisa Quinteros que era la coordinadora, una extraordinaria compañera, la labor que tuvo como coordinadora de la comisión me saco el sombrero, pero además hay otra compañera que es del distrito 18, que es Francisca Arauna, del Maule éramos tres. Lo que hicimos fue tener unas 50 audiencias, personas y grupos para que pudieran conversar sobre diferentes dimensiones de la ética, pero la tarea que teníamos nosotros era principalmente elaborar un reglamento, un cuerpo normativo que pudiera dirigir nuestro comportamiento como Constituyentes. Luego ese texto, norma por norma íbamos discutiendo y aprobando o rechazando, entonces fueron jornadas bien extenuantes.
¿Qué es lo primordial y lo que debería cambiar en la próxima Constitución?
Lo que viene ahora, después del 18 de septiembre, primero trabajo en comisiones y al parecer van a ser siete comisiones, de esas comisiones algunas son de principios, derechos fundamentales y hay otras que son orgánicas, es decir, de cómo se organiza el poder. Yo no sé en cual comisión voy a estar.
Por lo tanto, lo que le voy a responder es lo que yo esperaría, pero no sé si voy a trabajar en esos temas. Yo incluso en campaña lo dije, yo lo identifico en cuatro grandes temas, el primero es superar el Estado Subsidiario y pasar a un Estado social y democrático de derecho; lo segundo, es que pudiéramos tener una declaración expresa de que Chile es un estado plurinacional; en tercer lugar, yo esperaría que la Constitución nueva sea construida con perspectiva de género, eso supone una cláusula de igualdad real, de igualdad sustantiva muy potente. Y en cuarto lugar una intervención muy significativa en lo que se llama la “sala de máquina”, es decir, cómo se organiza el poder. Porque las declaraciones, principios y derechos sino vienen acompañadas de una correcta distribución del poder pueden quedar en meras declaraciones. Esos son los cuatro puntos que yo siempre he identificado como grandes desafíos constitucionales para esta nueva carta.
¿Esto será posible con la Convención Constitucional?
Yo espero que sea posible, depende mucho de cómo se dé el dialogo político, también hay que ser responsables con lo que podemos hacer desde la Constitución, y en algunos momentos ha habido discursos más simplistas y otros obstruccionistas que entrampan un poco la discusión. Entonces yo creo que es posible, pero supone también una actitud de responsabilidad con el proceso que nos toca vivir.
¿Cómo se ha dado el diálogo en la CC, especialmente pensando en la diversidad que representa?
Ese dialogo se ha ido construyendo principalmente en el trabajo en Comisión, cuando estábamos en el pleno era muy difícil entrar en relación con otras fuerzas, cualquiera que esta fuera. Este es un órgano muy representativo de lo que es nuestro país, si uno piensa ¿dónde podemos estar los chilenos y chilenas? Yo creo que nos podemos sentir bien identificados por la composición de la Convención. Sin embargo, ese dialogo solo se produce cuando uno conoce a la gente y trabaja día a día en la comisión, y ahí las desconfianzas empiezan a ceder, uno empieza a generar afectos y también diálogos más sinceros con las otras fuerzas y con todas, no solamente con las fuerzas que están en la oposición al Gobierno, sino que incluso con los sectores conservadores.
¿Cómo ha sido a nivel personal asumir este desafío?
Dos cosas podría decir. La primera, un costo personal bien alto, en términos familiares y en términos personales. Porque las jornadas son realmente extenuantes, parten muy temprano en la mañana, terminan muy tarde en la noche, muchas veces no tenía fines de semana, trabajar los siete días y eso no es razonable, uno tiene que trabajar lo que debería trabajar cualquier trabajar en este país. Entonces esas jornadas extenuantes han afectado en la perspectiva del cuidado, es algo que quisiéramos instalar en la Constitución. Nos hemos cuidado poco, sobre todo desde la perspectiva de un sano equilibrio entre nuestras vidas y el trabajo como constituyentes y eso ha sido muy duro. Sin embargo, y aquí voy al segundo punto, yo me dedico al derecho constitucional entonces le puedo decir: este es el trabajo más importante y que me tiene más feliz de todos los que he tenido en mi vida, es como si toda mi vida me hubiera preparado para esto. Tiene un costo personal altísimo y familiar, sí lo tiene, pero el entusiasmo y la felicidad también es muy alta precisamente por el momento histórico que me tocó vivir, es algo que se da cada 200 años.
¿Cree que es posible dentro del año que tienen de plazo, tener una nueva Constitución?
Quedan 10 meses, yo creo que en 10 meses podemos hacerlo. El reglamento en Bolivia tardó siete meses, nosotros en poquito más de dos meses ya lo hicimos. La discusión sustantiva, eso depende de nosotros, si nosotros nos ponemos los plazos que es lo que hicimos ahora podemos sacarlo en 10 meses. Ahí habrá que generar la metodología para que esto sea posible, yo creo que es razonable que en julio de 2022 ofrezcamos una Constitución al pueblo de Chile para que sea aprobada o rechazada.