Experto asegura que las consecuencias mundiales del calentamiento global serían más perjudiciales que las del COVID-19, ocasionando 250 mil muertes anuales.
Este año 2020 la pandemia de COVID-19 modificó la economía mundial, que se vio afectada por la reducción del consumo. Varios mercados disminuyeron sus actividades productivas y sus ventas desde abril de este año, debido a los efectos económicos derivados de la crisis sanitaria. Ello trajo consigo una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial de hasta un 17%, los que ya han comenzado a retomar sus niveles previos al Coronavirus.
De acuerdo al director de la Escuela Ingeniería Civil Mecatrónica de la Universidad de Talca, Daniel Díaz, los efectos del cambio climático para el ser humano son más dramáticos que los del Coronavirus. “Para el año 2030 y 2050, se espera que ocasione 250.000 muertes aproximadamente por año, ya sea por desnutrición, malaria, diarrea y estrés por exceso de calor. Lo anterior sin considerar los efectos climáticos extremos y el aumento de vectores que transmiten enfermedades infecciosas”, enfatizó.
“Nuestro país posee un valioso capital humano en el área de salud, quienes han hecho frente a la pandemia con gran protagonismo, pero también cuenta con profesionales altamente capacitados en el área energética, tanto en la industria como en la academia, quienes pueden colaborar en la desaceleración de este cambio climático, buscando innovaciones y desarrollando planes para afrontar los desafíos energéticos que tiene nuestro país”, afirmó.
Según el reporte ‘United in Science 2020’, generado por World Meteorological Organization (WMO), las emisiones globales de CO2 provenientes de combustibles fósiles, alcanzaron un total de 36,7 Gigatoneladas (Gt) en 2019, siendo 62% más que en 1990. En abril de este año se alcanzó su punto más bajo de emisiones diarias de CO2, las que fueron cercanas a las alcanzadas en el 2006, por lo que se estima que este año los niveles disminuirán entre un 4% y un 7% en comparación con los de 2019.
Sin embargo, las cifras no son significativas para ayudar a frenar el cambio climático. Según los objetivos del Acuerdo de París, se requiere que las emisiones globales desde el 2020 al 2030 sean del orden del 3% al 7% por año, para lograr que la temperatura no suba en más de 1,5°C. El director explicó que “dentro de las recomendaciones dadas en el reporte, para poder alcanzar las metas del Acuerdo de París, se debe aumentar el uso de energías renovables combinado de la electrificación de los procesos basados en combustibles fósiles y avanzar a la vez en la descarbonización de las centrales eléctricas”.
En 2019, solo el 43,9% de la energía utilizada en Chile provino de las energías renovables no contaminantes, mientras que el resto procede de fuentes térmicas, siendo el principal recurso el carbón. “Si bien la matriz energética nacional ha aumentado considerablemente la participación de la energía eólica y solar fotovoltaica, todavía seguimos dependiendo principalmente de recursos energéticos basados en combustibles fósiles”, aseguró Díaz. El año pasado se puso en marcha el plan para la descarbonización de la matriz energética, comprometiendo al 2030 una reducción del 30% de las emisiones de dióxido de carbono por unidad de Producto Interno Bruto (PIB), respecto al nivel alcanzado en 2007, lo que el Ingeniero calificó como “una buena noticia que va en la línea del objetivo mundial, pero que solo es una parte de lo que se requiere”.
Según el académico, la humanidad ha demostrado una gran determinación para poder detener el Coronavirus y así poder contrarrestar sus efectos en la salud de las personas y en la economía mundial. “Mismo esfuerzo se debería aplicar para alcanzar las metas de emisión carbono neutral, logrando atenuar los efectos del cambio climático”, declaró, y añadió que “la Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, nos ha advertido que el nuevo Coronavirus podría quedarse para siempre y convertirse en una enfermedad con la que la humanidad tendrá que aprender a convivir”.