Loable esfuerzo realizó el deportista de San Javier que compitió en uno de los torneos más duros e importantes del mundo, tras 1 año y medio alejado de las competencias.
Una sensación especial dijo haber vivido Marcelo Troncoso Silva, técnico y deportista del Club Tri Power Chile de San Javier, tras competir en el 29° Triatlón Ironman Lanzarote de Islas Canarias en España. El evento es uno de los más grandes que se organizan en el mundo.
El año pasado fue suspendido debido a la pandemia, sin embargo este año se retomó con gran presencia de deportistas y aplicación de medidas sanitarias. El Ironman es una serie de carreras a nado, sobre la bicicleta y a pie, de alta exigencia para los participantes.
Sobre la presencia del sanjavierino en Islas Canarias, el Director Regional del Instituto Nacional del Deporte, Sebastián Pino Sáez, expresó “queremos aprovechar toda la experiencia que tiene Marcelo (Troncoso) en este tipo de mega eventos para fomentar su práctica en nuestra región. Aquí contamos con las condiciones ideales, al tener mar, lagos, ríos de gran afluente, rutas para la práctica del ciclismo y el running que pueden incentivar, en especial a los jóvenes a seguir estos deportes combinados. Destacar el esfuerzo que realizó el deportista después de tanto tiempo en pandemia para llegar a España y entregar todo por un sueño”, dijo la autoridad del deporte regional.
Marcelo Troncoso señaló sentirse emocionado por este retorno. “Tuve la fortuna y el privilegio de competir y hacer lo que más amo. No fue fácil. Sabía que sería un día largo. Me inscribí cuatro semanas antes en el Ironman más duro del mundo, aun así quería hacerlo. Quería vivirlo y contarlo. En 3 días compré los ticket de avión, obtuve los permisos correspondientes, pagué mi inscripción y me hice las pruebas PCR exigidas”, indicó desde España.
LOS TRES MOMENTOS
Era de madrugada cuando Marcelo Troncoso se levantó y se puso en marcha hacia la zona de la partida “la largada fue extraña. En principio, no era masiva, pero hubo un segundo que se desordenó y partimos casi todos juntos. La primera bota a 200 metros, festival de manotazos y patadas. Tenía que ir con mucha calma. Mi preparación fue la siguiente: un día nadé 1.500 metros. Segunda sesión, hice 3.000. Tercera sesión, 3.000. Cuarta y última, 2.000 metros. Nadé los 3.8 km a ritmo cómodo. No me cansé, pero sí me aburrí bastante. Se me hizo eterno”, relató.
Luego vendría la prueba de la bicicleta “uno nunca cree que será tan duro como te lo dicen. Fue tal cual y un poco más de cómo lo contaban. Lo duro no son los 3.800 de subida, sino que el viento. No podías ir muy aéreo, porque ibas tan lento que con suerte podías mantener la bicicleta estable. Un amigo, Ángelo, me vio en el km100 y me dijo ´guarda un poco´ que viene un puerto de montaña que es duro. Era el famoso parque eólico. Por dignidad, no me bajé de la ´bici a caminar. El viento y la subida quebraba a cualquiera. Me mantuve concentrado y cuidando mucho mi alimentación. Creo que eso fue clave”, aseguró en la reflexión.
El Ironman terminaba con la carrera a pie, una exigencia que se transformó en el sueño cumplido “llegué a las 12 del día, sin saber si podría correr. La espalda y el cuello, ya no soportaba de dolor. Me bajé de la ´bici y empecé a caminar. A ponerme las zapatillas de running. Sabía que la primera vuelta era maratón de 20 km. Pasábamos por el aeropuerto donde el viento y la arena son desoladores. Aun así los primeros 10 km se me fueron muy rápido. Me sentía bien, con mucha energía y ganas, pero muscularmente mi capacidad funcional iba cada vez peor. Los siguientes 22 km eran dos vueltas de 10 km y terminaba los 42 km. A los 20 km clavados, decidí caminar”.
Recuerda Marcelo Troncoso “fue emocionante sentir que a pesar de estar lejos, los sentía a mi lado y escuchaba lo que me decían. Me puse a correr de emoción y llegué a la meta digno, corriendo y feliz. Era mi sueño y hoy está cumplido”, concluyó.